miércoles, 11 de febrero de 2009

La Economia en Andalucia durante la Edad Moderna


INTRODUCCIÓN

Hasta la aparición de la Revolución Industrial la economía andaluza se ha caracterizado por ser eminentemente agraria. La tierra ha sido el medio de producción de los hombres del sur, y durante la Edad Moderna Andalucía se halló condicionada por el proceso de ocupación de tierras y la conformación de la propiedad gestada por la Repoblación. Desde el S.XVI y a consecuencias del impacto de los metales preciosos llegados de América, se acentuó el proceso de concentración de la propiedad. El prestigio de la tierra, condición indispensable para el noble, contribuyó a que los mercaderes y burgueses invirtieran su dinero en bienes inmuebles en perjuicio de otras actividades económicas más rentables; sin embargo, la inversión económica en la compra de tierras no llevó aparejada una mejora de los cultivos. Esta inversión se extendió también durante el S.XVI y posterior, con la expansión de los censos, censos al quitar (no perpetuos) que no son mas que prestamos hipotecarios sobre bienes, característicos de los momentos en alza.
Por tanto estos censos se ven reducidos cuando crece la inseguridad y la depresión económica, y las tierras pasan a manos de los prestamistas. El proceso de acumulación de tierras en pocas manos, iniciado durante la Repoblación, fue finalizado en la Edad Moderna. Según Carande, a partir de 1535 y durante treinta años, surgieron nuevos terratenientes debido a la influencia de los metales preciosos. El floreciente comercio, las operaciones de crédito público, los contratos de abastecimiento del ejército y armada, el arriendo de las rentas de la Corona, y la concesión de cargos en la administración pública, dieron origen a nuevos patrimonios territoriales y el Estado mobiliario fue el mayor beneficiado.

Junto a esta Gran Propiedad existía una abundante propiedad de tipo pequeña y media, el minifundio. También estaba difundido por toda Andalucía y eran frecuentes los propiedades de tipo mixto, en las que las tierras censadas tenían como titular a un gran propietario, que era generalmente un eclesiástico, y que autorizaba a los campesinos a cultivar y roturar la tierra con la condición de pagar un cánon concreto en dinero o especias, aunque también había tierras de régimen de medianías, en la que los campesinos sin tierras labraban la de los propietarios a cambio de entregar la mitad de la cosecha, poniendo el propietario los animales y los útiles de labor.

En líneas generales, el paisaje agrícola experimentó escasas modificaciones desde finales de la Edad Media. El S.XVI supuso una época de prosperidad al aumentar el consumo de productos agrícolas, pero limitado a áreas privilegiadas por el efecto del comercio indiano. Se advierte una mayor intensidad en los cultivos de cereales, olivos y viñedos que provocaron una cierta inmigración de agricultores a Andalucía procedentes de otras regiones españolas.
Al final del reinado de Felipe II se observa un progresivo deterioro de la productividad agraria. Para el S.XVI en Andalucía se dispone de un documento de gran interés para conocer la conformación del paisaje agrario: se trata del Itinerario de Hernado de Colón, custodiado en la Biblioteca Colombina de Sevilla. Éste visitó personalmente (o a través de emisarios) a las ciudades, villas y pueblos de Andalucia, para destacar el cultivo de cada uno de los parajes; así señala que en:

§ Sierra Morena destacaba el monte bajo, encinas y alcornoques.
§ Sevilla y alrededores del Guadalquivir, agricultura de regadío.
§ Niebla, Montilla y Jerez zonas de viñedos.
§ Palos de Moguer cañaverales.
§ Almadén destacar el lino y la higuera.
§ Huelva y Ayamonte los árboles frutales.

Según este itinerario, en la Alta Andalucía contrastaban los terrenos fértiles, como las de la Vega de Granada, con montañosas, como las de de la Alpujarra. En los terrenos fértiles se recogía cebada, centeno, mijo y panizo, y se cosechaban con abundancia. Pero también hubo hambruna:, en 1605 en Granada subió el trigo a cien reales la fanega. En Almería escaseaba el agua y esta falta aparece reflejada en las escrituras notariales. Uno de los cultivos mas extendidos aquí fue la vid, que de los moriscos pasó a ser propiedad de los cristianos viejos.

En el S.XVII la productividad agraria fue paralela a la rescisión general, y si la contraponemos con el siglo anterior, subió el precio de la tierra con motivo del comercio con América. Observamos un despoblamiento del campo y el absentismo de los nuevos propietarios, pero a finales del siglo se recobra de nuevo la producción y se adquieren de nuevo tierras para el cultivo.
Las extensiones grandes se aprovechan para la ganadería ya que necesitan pocos hombres y estos escaseaban por las continuas levas de los ejércitos.

Hay que contemplar también que durante esta época la refeudalización, es decir, las tierras de realengo se convierten en señoríos, proceso iniciado con los Reyes Católicos: A raíz de la conquista de Granada crearon señoríos en los territorios conquistados, sobre todo en la zona de Almería, Sierra Nevada y el noroeste de Málaga.

Carlos V y Felipe II crearon importantes señoríos, sobre todo con la desamortización de las órdenes militares, tales como el marquesado de Estepa, adquirido por Adán Centurión, banquero sevillano; o el señorío de Cantillana adquirido por Juan Antonio Vicentelo.

Ya en el reinado de Felipe V, el Conde-Duque de Olivares adquirió varios lugares del Aljarafe sevillano. Igualmente, durante el S.XVII se enajenaron numerosas villas realengas, por lo que Sevilla perdió varios pueblos de su adjudicación. En Córdoba se crearon los señoríos de Posadas y Almodóvar del Río, y en Granada por citar uno, el de Alhedín. Domínguez Ortiz señala que los señoríos andaluces fueron menos duros que los de Castilla, de ahí que las revueltas populares no tuvieran como denuncia central los abusos de los señores, incluso el número de pleitos por cuestiones derivadas del régimen señorial no era tan elevado en Andalucía, pues se trataba mas de pleitos promovidos por los labradores que por el Pueblo.

El Comercio
Las bases más importantes del comercio exterior español durante la Edad Moderna lo constituye la fachada andaluza, en especial los puertos de Sevilla, Cádiz, Málaga y Motril; representaban los centros más activos tanto del comercio de exportación como de importación. Castilla supo armonizar y unir las regiones periféricas abiertas al exterior que rodeaban la Meseta y separaban a esta del mar (según Braudel fue este tráfico y no Castilla lo que ha consolidado España) y por esta razón la fachada andaluza se erigió como columna vertebral de la economía mercantil. La conversión de Sevilla en el centro del monopolio indiano fue causa principal del relieve comercial que adquirió Andalucía y, si bien es cierto que el monopolio de Sevilla fue desapareciendo lentamente a lo largo del S.XVII en beneficio (en 1718) de Cádiz, siempre permaneció la idea del monopolio andaluz.

Las causas apuntadas para que se consolidara el monopolio andaluz fueron tres;

1. El potencial financiero de los comerciantes andaluces.
2. La red de interés creados entre la Universidad de Cargadores y oficiales de la Casa de Contratación.
3. Los intereses de los grandes latifundistas andaluces, que desde 1598 detentaron el poder siendo coparticipes en la empresa monopolística.

Los protagonistas destacados en el auge comercial andaluz fueron los Puertos de la región, pero no podemos descartar las playas o el litoral costero donde se realizaban un tráfico de cabotaje. Los puertos más importantes de Andalucía, además del de Sevilla, fueron Cádiz y Málaga. El de Sevilla era el más importante y su aduana era una de las más celebres, tanto que la ciudad siempre estaba lleno de fardos (productos tanto de Europa como de América). Según una estadística sobre la navegación extranjera en 1597, en solo un mes y medio arribaron 94 embarcaciones: 38 procedentes de Hamburgo y otros puertos Hanseáticos, 23 eran franceses, 21 escandinavos y el resto de Irlanda, Escocia y los Paises Bajos.

Málaga, según Braudel, era el segundo puerto del Mediterráneo. Durante la segunda mitad del S.XVII el tráfico se dirigía más a Málaga y Alicante que a Sevilla y Lisboa.

Cádiz se convirtió pronto en el rival de Sevilla: en el 1577, 1578 y 1579 entraron 800 navíos extranjeros en los puertos de Sanlucar, Cádiz, Puerto de Santa María y Puerto Real, en total unas 60 mil toneladas intercambiadas en navíos extranjeros. El comercio andaluz se benefició de las mejoras experimentadas por las rutas interiores de Castilla y en el libro “Repertorio de Caminos” se hablaba de las mejores rutas para el tráfico comercial.

En cuanto el comercio exterior, a parte del sostenido con América, había un intercambio con Italia y un comercio ininterrumpido con el Norte de África. En 1624 se fundaba el Almirantazgo para agrupar a los comerciantes de la provincia de Flandes: los materiales que se importaban de Flandes e Italia solían ser lienzos, paños, papel, cera…A partir del S.XVII fueron intercambiados por el azúcar producido en Motril, maderas y artículos de metal, sin olvidarse de los productos andaluces estrella, como el aceite y el vino. Esta canalización comercial de los productos básicos agrícolas andaluces favorecía el desarrollo económico y social de la zona.

Los beneficios y ganancias comerciales no sólo enriquecían a los comerciantes y mercaderes, sino que revertían sobre los diferentes sectores económicos, que de una u otra forma estaban relacionados con el tráfico mercantil; de esta forma desde el viticultor al transportista o arriero, la corporación gremial que fabricaba los envases o recipientes, al cargador del muelle, se beneficiaban de esta actividad, incluso la Hacienda Real esperaba con interés las rentas procedentes de los aranceles aduaneros (es decir, el Almojarifazgo) y las rentas de los millones como lo demuestra la presencia de administradores de los mismos en la administración local.

La Industria.
La principal industria de Castilla y Andalucía durante la Edad Moderna fue la Textil, cuyas posibilidades se acrecentaron con el descubrimiento de las Indias y el monopolio comercial. Los Reyes Católicos promulgaron las Ordenanzas de Sevilla, en las que se dedicaron 119 ordenanzas a este producto. Sin embargo los paños y las manufacturas laneras fueron perdiendo el Mercado, al resultar de inferior calidad y más caras que las extranjeras.

Aunque estaban extendidas las hilaturas domesticas, la ciudad andaluza con una industria textil bien desarrollada fue Córdoba. La producción de tejidos de seda tuvo un gran auge en Andalucía y las principales ciudades fueron Granada y Sevilla; se trataba de una manufactura artística de tradición islámica hondamente arraigada y que requería mano de obra especializada.
Otra industria era la Minera, que adquirió una gran importancia. A partir de 1559 surge una política minera tras descubrirse las minas de plata de Guadalcanal. Desde entonces aumentan los registros de minas y las licencias de explotación, aumentan la presencia, aumentan los buscadores de minas que recorren toda Andalucía, en especial la zona de Sierra Morena, localizándo yacimientos mineros; incluso vinieron de América para trabajar en este lugar. Se descubrieron yacimientos que con el tiempo tuvieron una gran importancia tanto en la producción de cobre en Huelva, como de plomo en Linares. Destacan los yacimientos de Aracena, Constantina y Fuenteobejuna.

En Sevilla la mayor industria fue la cerámica, el jabón y la industria naval. Las jaboneras se habían constituido en monopolios, y el Estado enajenó a familias nobles, como los Enríquez y Fuga, las fabricas jabonerasconocidas como Almonas; existieron además de en Sevilla, en Cádiz, Jerez y Ayamonte. Con frecuencia el jabón se fabricaba de contrabando trayéndoselo de Almería o Cádiz. En 1529 la Almona de Triana fabricaba el jabón de Castillo, y todavía a finales del S.XVII se enviaba jabón al Nuevo Mundo, Inglaterra o Flandes.

De la industria naval, hay que hablar de la industria maderera, que se presenta en toda la región, para la construcción de viviendas, muebles, transportes marítimos y terrestres, telares, envases aperos de labranza, etc. Las reservas madereras andaluzas eran insuficientes por lo que había que importarla de los países nórdicos o Galicia. Un volumen considerable de pinos se importaban desde Cazorla a través del río a zonas tan distantes como Sevilla. Los barcos fabricados en costas andaluzas tuvieron muy mala fama ya que la madera era de mala calidad y los trabajos de los carpinteros de ribera, de ahí que en 1953 se dictara una ley por la que se impedía que las naves fabricadas en las costas de Sevilla, Cádiz y Puerto de Santa María navegaron hacía las Indias. A mediados del S.XVII la decadencia fue tal que habían desaparecido muchos gremios de carpinteros de ribera y calafates.

Los talleres de cerámica adquirieron en el S.XVI un gran desarrollo con la exportación de vino y aceite. En principio esta cerámica todavía se veía influenciada por las técnicas árabes, pero pronto adoptaron influencias italianas como el barro vidriado. La industria principal se concentraba en Triana donde también fabricaban azulejos y pilas bautismales.
Las industrias alimenticias se realizaban de una manera doméstica, sin embargo también se fabricaban fideos y una especie de pan para las expediciones a las Indias.El pan que se consumía en Sevilla era procedente de Alcalá de Guadaira.

Otras industrias menos generalizadas eran las armas y la pólvora localizadas en Sevilla y Triana, los cueros y cordobanes sobre todo en Córdoba, los libros en Sevilla y los naipes en Macharaviaya.

La industria andaluza no superó el estado artesano, manteniéndose bajo el control de las ordenanzas gremiales.

LOS IMPORTANTES CENTROS COMERCIALES

En éste apartado, vamos a mirar con más detalle en los casos de las grandes centros metropolitanas/productivas, que en el caso de Andalucia han sido siempre las ciudades portuarias del litoral atlántico y mediterráneo. Entonces, comenzaremos con Málaga:

MÁLAGA
En la Edad Moderna, la ciudad empezó a cambiar su trazado urbano al adaptarse las nuevas construcciones al gusto de los reconquistadores. Se abre un eje longitudinal al que se añade otro transversal, en sentido noroeste-suroeste, cruzándose ambos en la "plaza de las cuatro calles", la Plaza Mayor (hoy en día, Plaza de la Constitución), y se empezó la construcción de la Catedral de Málaga sobre los cimientos de la mezquita mayor.

Las iglesias y conventos construidos fuera del recinto amurallado que empezaron a aglutinar a la población dan lugar a la formación de los barrios de extramuros, como La Trinidad o el Perchel. En esta época tiene lugar la construcción del puerto y su posterior ampliación.

El artesanado malagueño se divide en siete grandes bloques: textil, cuero, barro, metal, madera, construcción y alimentación. Málaga se convierte en un lugar de salida para los excedentes agrícolas de los reinos de Córdoba y Jaén, así como en punto de entrada de una serie de bienes que, al superar la demanda del mercado local, son llevados al interior de Andalucía.

Del siglo XVI al siglo XVIII, la ciudad entró en una época de decadencia, no sólo por las consecuencias que trajo consigo el levantamiento de los moriscos y su posterior expulsión, sino también por las epidemias e inundaciones provocadas por el río Guadalmedina, que se vieron acompañadas de varias malas cosechas sucesivas durante el siglo XVII, epidemias, terremotos, inundaciones, explosiones de molinos de pólvora y las levas de soldados (alistamientos forzosos). A pesar de ello, la población aumentó de 3.616 familias a 4.296.

En 1585, Felipe II ordena un nuevo estudio del Puerto, construyéndose un nuevo dique en 1588, en la zona de levante, junto a La Coracha. En los dos siglos siguientes el Puerto se fue prolongando tanto a poniente como a levante. El edificio de la Aduana comenzó a construirse en 1791, y las obras no concluyeron hasta 1842.

En el siglo XVII, el vino y las pasas eran los productos que ocupaban la preeminencia de las exportaciones malagueñas y, por tanto, constituían la principal fuente de ingresos. En el ramo textil destacaba la seda, muy ligada a los moriscos. Socialmente el estamento aristocrático se vio incrementado por los procesos de "refeudalización" producido por la venta de señoríos, a la vez que acaparaba los altos cargos con la implantación de la nobleza. El municipio, que era una pieza básica de gobierno de los Austrias, sufrió las consecuencias de la corrupción general de la época por la venta de cargos y, además, por su sometimiento a las oligarquías ciudadanas, usurpadoras del poder político local.

Con la llegada del siglo XVIII la ciudad empieza a recuperarse y esto se nota en una nueva ampliación del puerto y en la reanudación de las obras de la catedral, que estaban paralizadas.
El campesinado y las clases populares formaban la gran mayoría de la población, pero se observaba ya el auge de la burguesía, grupo aún pequeño pero muy activo que va a sentar las bases del gran auge económico del siguiente siglo. Entre las clases marginales destacaba la formación de bolsas de pobreza en los barrios periféricos y la persistencia de la esclavitud.
Con la llegada del siglo XVIII, a pesar de una gran cantidad de catástrofes, (la ciudad sufrió seis inundaciones de diversa gravedad, siete hambrunas, seis epidemias, cuatro guerras y dos terremotos), la ciudad empieza a recuperarse y esto se nota en una nueva ampliación del puerto y en la reanudación de las obras de la catedral, que estaban paralizadas.

Conclusión
Tras su reconquista por los Reyes Católicos en 1487, y debido a su posición geográfica, desempeñó desde el principio un importante papel comercial con los países del Mediterráneo (exportaciones de productos tanto alimentarios como mineros o textiles). Tras un periodo de crisis (siglo XVII), el comercio con el continente americano supuso un nuevo impulso a su economía en el siglo XVIII.

SEVILLA

El descubrimiento de América
El descubrimiento del Nuevo Mundo en 1492 fue muy significativo para la ciudad, que se convertiría en el puerto de salida europeo hacia América. Sin duda era la ciudad más cosmopolita y universal de toda la edad moderna. Sevilla ya era a finales del siglo XV uno de los principales puertos castellanos en el comercio con Inglaterra, Flandes y Génova, fundamentalmente. La minoría islámica sufrió un duro golpe en 1502, cuando los mudéjares son obligados a convertirse al cristianismo, llamándose moriscos quienes lo hicieron, lográndose así la unidad religiosa como base de la unidad nacional.

El Puerto de Indias de Sevilla pasó a ser el principal puerto de enlace con América manteniendo un monopolio artificial como vía de entrada y salida de las Indias mediante un asiento otorgado por decreto real. Para su administración, los monarcas fundaron la Casa de Contratación (lo que actualmente es el Archivo de Indias), desde allí se dirigían y contrataban los viajes, controlaban las riquezas que entraban de América y, junto con la Universidad de Mercaderes, regulaban las relaciones mercantiles, científicas y judiciales con el Nuevo Mundo. Esto conllevó una gran expansión urbana superando los 100.000 habitantes, convirtiéndose en la ciudad más grande de España y mejor urbanizada de la época destacando sus calles enladrilladas o empedradas.
A su vez se convertía en una metrópoli con consulados de todos los países de Europa, y comerciantes venidos de todo el continente que se afincaban en Sevilla para realizar sus empresas. La ciudad llegó a ser un centro multicultural lo que ayudaría al florecimiento de las artes, en especial la arquitectura, la pintura, la escultura y la literatura, jugando así un papel importante en el Siglo de Oro español. Famosas y productivas fueron las fábricas de jabón que se constituyeron en el barrio de Triana, así como la artesanía de la seda (exportadas a toda Europa) y la cerámica, que se contaban más de cincuenta fábricas.

En ese siglo se terminó de construir la Catedral, y otros edificios nuevos como la Casa Pilatos, el Palacio de las Dueñas, o la Iglesia del Salvador. También es en este siglo cuando se funda la Universidad de Sevilla que, junto con la aparición de la imprenta, propició el desarrollo de un mundo literario sevillano de gran importancia.

También al ser el puerto de América fue residencia de geógrafos y cartógrafos, como Américo Vespucio que fallecía en esta ciudad el 22 de febrero de 1512.

Los siglos XVII y XVIII
En medio de tanto viaje hacia el Nuevo Mundo y comercio con otras capitales y países del mundo, en 1615 llega a España una embajada japonesa encabezada por Hasekura Tsunenaga con dos misiones por realizar: establecer contactos comerciales entre Japón y España, igualmente con México, y la segunda misión solicitar al Vaticano más presencia de misioneros en dicho país. Su ubicación temporal (definitiva para algunos) en Sevilla fue la localidad de Coria del Río.
A partir del siglo XVII y XVIII su suerte comienza a cambiar, ya que la Casa de Contratación, pasa a ser controlada desde el puerto de Cádiz con el que rivalizaba desde hacía tiempo. También sufrió la crisis financiera que afectó a toda Europa y especialmente a España añadiéndosele las habituales inundaciones y otras calamidades como fue el azote de la epidemia de 1649. Según cuentan al respecto, morían diariamente miles de personas, por lo que tuvieron que abrir múltiples carneros (fosas comunes) en las afueras de la ciudad. No se sabe con exactitud el número de víctimas que causó la epidemia. En la fecha se calculaban por centenares de miles, aunque se sospecha que pudieron ser 60.000 muertos, aproximadamente el 46% de la población existente, pasando Sevilla de 130.000 a 70.000 habitantes.

No todo fueron desgracias para la ciudad, puesto que fue el inicio de una buena época para las artes en todas sus manifestaciones. Sevilla, colmada por el espíritu contrarreformista se transformó en una ciudad-convento. En 1671 existían 45 monasterios de frailes y 28 femeninos, franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas se instalaron en ella.

Con la entrada del siglo de la Ilustración, donde la docencia y el conocimiento se hacen tan relevantes, se produjo la aprobación, en mayo de 1700, de la Regia Sociedad de Filosofía y Medicina de Sevilla, la primera de España en su clase.

El terremoto de Lisboa de 1755 también se sintió en los inmuebles de la ciudad afectando incluso a la Giralda y llegando a causar 9 víctimas.

Las primeras referencias del consumo de tabaco en España se atestiguan en Sevilla; también la primera fábrica de tabacos del país se asienta en esta ciudad. En el año 1757, Sevilla aumenta su curriculum de ciudad industrial tabacalera por medio de la Real Fábrica de Tabacos, iniciándose su construcción en 1728 y tratándose de uno de los primeros grandes proyectos de edificio industrial en la Europa moderna.

Con la edición, en 1758, de un periódico llamado Hebdomario útil sevillano, Sevilla se convierte en la decana española de la prensa provincial.

El siglo XIX
El primer año de este siglo lo comenzó Sevilla con una epidemia de fiebre amarilla que abarcó toda la ciudad, en cuatro meses fulminó a un tercio de la población.

La invasión francesa también afectó a Sevilla, fueron el Mariscal Víctor (duque de Bellune) con sus tropas acompañando al rey José Napoleón (José I), quienes la ocuparon sin realizar un sólo disparo el 1 de febrero de 1810 después de que fuera negociada la rendición por algunas personalidades de la ciudad ante dicho mariscal para evitar el derramamiento de sangre, a pesar de eso el sentimiento antinapoleónico era generalizado.

Se establecieron hasta el 27 de agosto de 1812, fecha en la que hubieron de retirarse por los contraataques anglo-españoles, no sin antes haber saqueado la ciudad de numerosas obras de arte por el antojadizo Mariscal Soult.

En 1815 se funda la Compañía del Guadalquivir, para intentar hacer navegable el río desde Sevilla hasta Córdoba con intenciones mercantiles y de población de zonas marismeñas que al final resultó ser un fracaso.

CÁDIZ
El periodo musulmán finalizó con la conquista de Alfonso X, en 1262, en que fue reconstruida y repoblada. A partir de entonces comenzó un lento pero constante despegue, basado en su actividad comercial y en su excelente puerto. Esta actividad se vio incrementada a partir del descubrimiento de América, momento en que Cádiz rivaliza con Sevilla por el monopolio el comercio ultramarino. Así, en 1660, Cádiz consigue romper el monopolio de Sevilla en cuanto a que todas las mercancías con destino a América tuvieran que ser registradas y embarcadas en ésta, pudiéndose hacer desde entonces también en Cádiz.

En el mismo sentido, a lo largo del siglo XVII el puerto de Cádiz irá desplazando al de Sevilla, a causa del cada vez mayor tonelaje y calado de los buques, lo cual les impedía superar la barra arenosa de Sanlúcar para arribar a la capital hispalense. En la bahía gaditana adquirirán gran importancia también El Puerto de Santa María y Puerto Real. Desde 1680, Cádiz fue el principal puerto del comercio indiano, situación que se reconoce oficialmente en 1717 con el traslado a esta ciudad de la Casa de la Contratación y el Consulado.

La situación de Cádiz, su magnífico puerto, su tradición marinera... son elementos que hacen de ella una de las poblaciones más activas y populosas de la Península durante las centurias siguientes al Descubrimiento de América.

HUELVA
El Descubrimiento de América
Desde el Tratado de Alcaçovas de 1479, las costas africanas estaban vedadas a los marineros castellanos y, por lo tanto, a los de las costas onubenses. Pero la fuerte expansión demográfica y económica de Castilla, junto con los nuevos avances y técnicas de navegación, permitieron que estas tierras y sus gentes se convirtieran en los más interesados en realizar las futuras expediciones atlánticas. La llegada de Colón a La Rábida y el apoyo, junto con la Corona, de diversas familias de las localidades de Palos de la Frontera y Moguer hicieron posible una gesta a la que, la entonces pequeña ciudad de Huelva, aportó buen número de marineros.
Si todo pueblo se siente orgulloso de su "pequeña historia", dichas localidades onubenses lo están de una gesta que protagonizaron gentes de la tierra. El Descubrimiento de América y las relaciones entre la provincia y las tierras del otro lado del océano son, y han sido siempre, algo presente en la memoria colectiva de este pueblo. Decía Pierre Chaunu que "Colón llegó a Portugal cincuenta años demasiado tarde y a Inglaterra y a Francia medio siglo demasiado pronto". A las costas de Huelva llegó en el momento oportuno. En estas tierras colombinas quedaron los reflejos de esta apoteósica aventura que marcó la idiosincrasia y cultura de generaciones de onubenses.

La Huelva de los Austria y la crisis
Marginada del tráfico a América en beneficio de Cádiz o Sevilla, la ciudad pese a todo sigue desarrollándose. El puerto crece y se construyen instalaciones importantes, hoy tristemente desaparecidas, como el Arco de la Estrella, que servía de puerta de entrada a la ciudad desde el puerto. Pero a finales del siglo XVI la ciudad deja de crecer, sobre todo, si se la compara con la mayoría de las ciudades del reino. Las razones de este hecho son varias pero destacan sobre todo el importante flujo migratorio hacia América, los ataques de piratas berberiscos o las recurrentes epidemias de peste.

El siglo XVII tampoco trae nada bueno; la guerra con Portugal, la caída del duque de Medina Sidonia o la nueva peste de 1650 que se lleva por delante a casi la mitad de los habitantes seguirán estancando la ciudad. No será hasta el último cuarto del siglo cuando se haga evidente una recuperación demográfica y económica.

En lo siguiente, pasaremos a analizar los ejemplos que nos proporcionan los pueblos de Úbeda y Baeza, Antequera, y el puerto de Sanlúcar de Barrameda:

Sanlúcar de Barrameda
Ya en la segunda mitad del siglo XV, Sanlúcar ya se encontraba inmersa de lleno en el mercantilismo propio de la Edad Moderna. El Puerto de Barrameda, como la mayoría de los puertos de la Baja Andalucía, mantenía importantes relaciones comerciales con los puertos del norte de Europa, Génova, etc., siendo el vino el principal producto exportado y los textiles la principal importación. También fue un puerto activo en la exploración, comercio y saqueo de las costas del Atlántico, en dura competencia con los portugueses.

Entre los años 1477 y 1478 el Duque de Medina-Sidonia hizo construir el Castillo de Santiago, alojándose en él los Reyes Católicos cuando visitaron la ciudad en 1477, durante la Guerra de Sucesión Castellana. En 1478 el Duque dio el llamado Privilegio de los Bretones, documento que daba facilidades a estos comerciantes para establecerse en la villa y practicar sus actividades mercantiles. Para la residencia de estos mercaderes se reservó la calle Bretones, junto a la Alcaicería y Las Covachas o las Tiendas de las Sierpes. Ese mismo año los Reyes congregaron en Sanlúcar una gran flota para ir a las posesiones ultramarinos del rey de Portugal pero la armada fue derrotada y capturada por los portugueses.

En 1497 partió de Sanlúcar la flota que se apoderó de un territorio despoblado del norte de África donde hoy se levanta la ciudad de Melilla, que pasó así a formar parte de los dominios de la Casa de Medina-Sidonia y de la corona de Castilla. En 1494, Trebujena se constituyó en municipio independiente de Sanlúcar de Barrameda, mediante carta-puebla otorgada por el Duque de Medina-Sidonia el 21 de abril.

Tras el Descubrimiento de América en 1492 los Reyes establecieron en Sevilla el monopolio del comercio con las "Islas de Indias", Tierra Firme, Canarias y Berbería, creando la Casa de Contratación en 1503. Ello implicaba el cierre al tráfico ultramarino de los puertos de la costa andaluza, que de esta forma comenzaron un rápido declive económico. Sanlúcar fue la única excepción, ya que logró defender su libertad de comercio en un pleito contra los Reyes, conservando el Duque su Aduana independiente. En Sanlúcar se instaló también una sucursal de la Casa de Contratación sevillana, de esta forma evitaban los grandes barcos la penosa navegación por el Guadalquivir para llegar a Sevilla. Las colonias de mercaderes bretones, flamencos, ingleses e italianos continuaron asentadas en la villa. La colonia de mercaderes ingleses tuvo un papel destacado, construyendo a partir de 1517 la Iglesia Católica Inglesa de San Jorge.

Los Pérez de Guzmán, a cuyo cargo estaba la Capitana General de la Mar Océano y Costas de Andalucía, habían ido acumulando los importantes títulos nobiliarios de Señor de Sanlúcar (1298), Conde de Niebla (1369) y Duque de Medina-Sidonia (1445). Estos Grandes de España, acabaron fijando su residencia estable en Sanlúcar, en el Palacio de los Duques de Medina-Sidonia, que hoy es la sede del importantísimo Archivo de la Casa de Medina-Sidonia y de la Fundación Casa de Medina-Sidonia. Con ello, Sanlúcar pasó a ser la capital de los estados de dicha casa nobiliaria, convirtiéndose en un importante centro político y económico. En 1509 la villa rentaba a los duques unos tres millones y medio de maravedíes anuales (más de la mitad provenientes de la Aduana del puerto). Esta elevada cifra representaba alrededor de un tercio de las rentas de los duques y era la más alta de entre todos sus dominios.

Sanlúcar siguió siendo un puerto de renombre durante todo el Siglo de Oro. De su puerto zarparon expediciones marítimas de gran importancia, entre las que destaca el 3º Viaje de Cristóbal Colón (1498). Asimismo fue el punto de partida y llegada de la 1ª Circunnavegación marítima de la Tierra, expedición comenzada por Fernando de Magallanes el 20 de septiembre de 1519 y finalizada por Juan Sebastián Elcano en 1522.

Sanlúcar dejó en 1579 de ser una mera villa al recibir el título de ciudad. En 1576 se estableció en la población la segunda imprenta de la provincia de Cádiz, siendo la primera obra impresa en dicho establecimiento el compendio de medicina latino Opera Medicinalia, escrita por Petro de Peramato.

En 1711, con el traslado de la Casa de la Contratación desde Sevilla a Cádiz, el puerto de Sanlúcar perdió gran parte de su valor estratégico, sin embargo siguieron construyéndose magníficos ejemplos de Casa de Cargadores a Indias como la Casa de Arizón, y se levantó un nuevo edificio para sede del Cabildo en la Plaza de la Rivera, que sustituyó a la sede antigua de la Plaza de Arriba, llamándose ésta desde entonces el Cabildillo. Del siglo XVIII son también los edificios de la Cárcel, del Pósito y de la plaza o Mercado de Abastos. En 1755 la población fue afectada por el Terremoto de Lisboa y por la ola sísmica subsiguiente. En 1780 se fundó la Sociedad Económica de Amigos del País de Sanlúcar de Barrameda.

Baeza
La economía se hace fuerte por la gran cantidad de producción cerealistas, de harinas, vid y olivo, además del peso de la ganadería que proyecta una gran industria de paños y curtiduría con el consiguiente comercio de estas manufacturas. A mediados del XVI la demografía de Baeza se duplica con respecto al siglo anterior. Su riqueza agrícola, ganadera, industrial y comercial potenció una aristocracia responsable de la monumentalidad de los edificios que ayer y hoy dan el esplendor y el encanto a la ciudad.

Pero durante el siglo XVIII se iba a producir una recesión económica paralela a la del resto de España y todo ello motivado por la descabellada política de los sucesores de Felipe II (Felipe III, Felipe IV, Carlos II...), sobre todo en relación al exterior, por las continuas guerras estériles, tan gravosas para la economía y la población. Sólo decir que de tener excedentes de cereal, se hubo de pasar a la importación de grano, lo que hundió aún más la economía. Los Borbones dieron otro aire al Estado, más preocupado por el bienestar y la prosperidad. Para la Baeza agotada, quizá fue ya demasiado tarde y el punto de inflexión marcado por los Austrias constituiría a la postre un muro casi insalvable. La propiedad de la tierra seguiría en un porcentaje altísimo en manos de latifundistas y de la iglesia, y apenas había tierra en manos de pequeños propietarios o arrendatarios. Muy grave resultó para la ciudad el llamado terremoto de Lisboa de 1755, que quebrantó la mayoría de edificios y viviendas.

Úbeda
Los espacios públicos del comportamiento social y las prácticas económicas ofrecían, por lo que respecta a los inicios de la Edad Moderna, una imagen de clara precariedad. En efecto, los acontecimientos que se sucedieron en la segunda mitad del siglo XV -Guerra de Granada- provocaron en la ciudad evidentes trastornos humanos y materiales, algunos de los cuales estuvieron en la base del relativo despoblamiento que sufre Úbeda en estos momentos. No obstante, la finalización de la guerra con la toma de Granada en 1.492 abrió una nueva etapa de paz y tranquilidad institucicinal que propició, junto al fenómeno repoblador, tiempos de recuperación y florecimiento de las actividades agrícolas, comerciales e industriales de la zona. A la altura de 1597, y según recoge Juan Pasquau Guerrero, la población de Úbeda bien se podría estimar en unos 15.441 habitantes, "distribuidos en 3.121 casas". Faltas de cosechas por circunstancias climatológicas como las acontecidas en 1520, 1584, 1606 ó 1616 provocaban reiteradamente unas protestadas alzas en los precios de subsistencias a las que se les sumaban las ilícitas actividades de fraude, especulacion y acaparación de materias primas por parte de comerciantes y fabricantes de la localidad. Los pleitos por fraude y abusos frecuentaban una realidad social, la de Úbeda en el siglo XVI, marcada, en términos generales, por la recuperación.
Desde el plano socioeconómico esta etapa, fundamentalmente durante el reinado de Felipe II, se caracterizé por el desarrollo de la agricultura a partir de la puesta en labor de terrenos baldíos, así como por el de unas actividades industriales representadas por "tejedores, tundidores, hiladores de seda, espederos, herreros, plateros, entalladores, cardadores, sastres, molineros, alfareros, carpinteros, canteros y otos oficios".

Síntomas de una cierta recuperación que, por contra, terminaron truncándose de forma definitiva en el siglo XVII. La reiteración de malas cosechas provocó situaciones de aguda hambre y miseria entre las clases populares de la ciudad. La hacienda local languidecía en "precario estado de escasez", especialmente en la segunda mitad del siglo XVII, entre otras razones, debido a "la esterilidad de los campos y la despoblación de Úbeda". Las súplicas populares a los santos se sucedieron en la ciudad en 1622, 1659, 1661 y 1664. Tal y como cuenta Juan Pasquau Guerrero, "en 1665 se dio el caso de que muchos pobres no podían trabajar; ni aun ir a misa, por que se les embargaron los útiles de trabajo y prendas para cobrar de alguna manera los repartimientos". En 1666 tuvo lugar el ya referido motín por la venta de carne. Hambre y pobreza en la Úbeda de Carlos II a la que se le sumó la llegada de la epidemia de peste en 1681.

Como se puede comprobar, el siglo XVII había sumido nuevamente a Úbeda en una situación de marcada miseria y ruina. Situacion que no hizo sino empeorar con la llegada de la guerra de Sucesión. Los impuestos que ocasionaba el conflicto no hicieron sino empobrecer aún más las arcas de la ciudad en una coyuntura que de nuevo coincidía con malos años agrícolas. En 1728 Úbeda pedía dispensa al pago impuestos por imposibilidad real de hacer frente a los mismos; en 1735 se afirmaba que "los pobres dejaban a sus muertos a las puertas las de las iglesias porque carecían de recursos para enterrarlos"; en 1736 "no hubo trigo para la sementera"; en 1755 los terremotos hacían estragos en un casco urbano que también había sufrido, en términos de abandono, los efectos la crisis y la depresión; en 1759 se cebó sobre los campesinoss de la ciudad una gran plaga de langosta; entre 1774 y 1779 se sucedieron años de sequías con perniciosos efectos sobre la agricultura local; en 1784 serán, por contra, los temporales los que afecten negativamente a la agricultura; en 1795 Úbeda era azotada nuevamente por una epidemia, esta vez, de calenturas.

Antequera
Después de la reconquista, la ciudad siguió siendo un importante ciudad comercial, debido a su ubicación, su floreciente agricultura y a la labor de sus artesanos, todos los que contribuyen en el crecimiento cultural de la ciudad, la ciudad se empezó a llamar a principios del Siglo XVI "El corazón de Andalucía".

Pero va a ser durante los siglos XVI y XVII cuando la ciudad realiza el mayor crecimiento demográfico llegando a ser una de las ciudades comerciales más importantes de Andalucía, debido principalmente a su ubicación como encrucijada de dos de las principales rutas comerciales: Sevilla-Granada y Málaga-Córdoba. En éstos siglos fallecieron Pedro Espinosa, Cristobalina Fernández de Alarcón y Luis Martín de Plaza, poetas muy importantes de ésta ciudad. También, en el año 1500, los Reyes Católicos conceden licencia a la ciudad para que esta cediera 700 varas de terreno en las que poder labrar un Monasterio bajo la advocación de San Zoilo, por los Frailes de la Observancia de San Francisco.

Los Reyes Católicos fundaron la Real Colegiata de Santa Mara La Mayor, que desde ese momento la colegiata era el referente cultural antequerano.

Ya en el siglo XVIII es cuando la ciudad alcanza su mejor momento. La ciudad se transforma y numerosas congregaciones religiosas se asientan en la ciudad y construyen numerosas casas, capillas e iglesias, hasta convertir Antequera en una auténtica ciudad conventual. La nobleza también realiza encargos de nuevos palacios y surge entonces una importante actividad artística destinada a nutrir, no solo los numerosos conventos y palacios antequeranos, si no también los de poblaciones vecinas y de otras provincias. En lo artístico es la de las iglesias de blancas y rizadas yeseras, los exteriores de ladrillo y los interiores ultradecorados; de las remodelaciones urbanísticas; la de las Cofradías y devociones a imágenes muy concretas. Se levantan ahora las iglesias de la Victoria, las Descalzas, Santa Catalina, Madre de Dios, Santa Eufemia, Santiago, Santa Clara, la Caridad, la Escuela de Cristo, San Miguel, etc. Todas estas construcciones tenían que ser decoradas de retablos, imágenes y lienzos. Tampoco podemos olvidar la importancia de los plateros antequeranos, que en este siglo se agremian en torno ala Cofradía de San Eloy.

CONCLUSIÓN
La conquista de Granada por los Reyes Católicos a finales del siglo XV supuso para parte de las tierras andaluzas un periodo de expansión, motivado por la influencia y las consecuencias de la colonización americana. Sevilla tenía el monopolio del comercio colonial gracias al establecimiento de la Casa de Contratación, por lo que se convirtió en el núcleo mercantil más importante de Europa. Este esplendor se irradió por gran parte del territorio, en especial por las ciudades y puertos del suroeste, mientras que la zona oriental quedó marginada de la expansión económica.
Durante el siglo XVII, con la decadencia del comercio americano, la emigración de población hacia América y la crisis de la agricultura, se produjo un periodo de decadencia y crisis demográfica. En el siglo XVIII, como en el resto de España, se inició una lenta pero constante recuperación que se vio favorecida, a mediados de la centuria, por las repoblaciones de sierra Morena. Cádiz recuperó la actividad comercial con el establecimiento en esta ciudad de un influyente grupo burgués de ideas liberales. Ya iniciada la guerra de la Independencia, Cádiz se convirtió en sede de las Cortes, que aprobaron en 1812 la primera Constitución española.

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